Enviado por Juanmari a través de Google Reader:
Ya os hablábamos ayer de algunos aspectos a tener en cuenta para comprar un monitor de ámbito profesional. Os hablábamos de las distintas tecnologías existentes para fabricar paneles, así como los tipos de retroiluminación que había.
Hoy vamos a seguir profundizando en los aspectos más importantes de un monitor, como la luminosidad, el contraste, el tiempo de respuesta, la profundidad de color o el ángulo de visión.
Luminosidad
Foto | Hot Pixel Action!
También llamado brillo, se trata de la la intensidad de luz que emite el monitor. Es un aspecto que no depende de la iluminación exterior, sino de la potencia que ofrezca el sistema de retroiluminación, y se expresa en candelas por metro cuadrado (cd/m²).
Debido a que la retroiluminación CCFL o LED se compone de lámparas que retroiluminan el panel de manera uniforme, los cambios de brillo afectan a todo el panel. Lo malo de las lámparas de retroiluminación es que los colores oscuros no son tan oscuros por este motivo: porque aunque los píxeles están apagados, aún siguen recibiendo luz.
Este problema se elimina con tecnologías OLED o AMOLED, donde no existe retroiluminación, sino que son los propios píxeles los que se iluminan autónomamente, obteniendo negros totalmente negros gracias a que estos píxeles no emitirían luz.
Dentro del brillo, encontramos un ajuste llamado gamma. El gamma se trata de la relación entre la tensión de entrada y la luminancia de salida. En PC ha sido por defecto, desde siempre de 2,2, mientras que en Mac (hasta la salida de Snow Leopard) ha sido 1,8. Por supuesto que en ambas plataformas se podía cambiar entre unos valores y otros. Pero la explicación de que Mac tuviera gamma 1,8 (ofreciendo así imágenes más oscuras que en 2,2) se remonta a las primeras impresoras láser para Mac, donde así se conseguía obtener los mismos colores que en pantalla.
En cuanto al nivel de brillo que ajustemos, hemos de ajustar un nivel medio, donde los colores no sean demasiado oscuros, ni los negros sean grises. Aunque a nivel doméstico, ajustamos el brillo en función de la luz ambiental, a nivel profesional, se debe trabajar en un estudio donde los niveles de luz no sean nunca perjudiciales para el nivel de brillo que hayamos calibrado.
Hablando de calibración, en la tercera parte del artículo hablaremos sobre qué opciones tenemos para calibrar nuestro monitor, ya sea a nivel software o a nivel hardware.
Contraste
Al contraste podremos definirlo como la relación entre la intensidad lumínica del punto más claro y el punto más oscuro de una imagen. Cuanto mayor sea el contraste, la calidad de imagen será mejor.
Se mide mediante la forma XXX:1, donde XXX indica el número de veces que el punto más luminoso es más luminoso (valga la redundancia) respecto al más oscuro. Es decir, en una pantalla con contraste 100.000:1, decimos que el punto más blanco tiene 100.000 veces más luminosidad que el punto más oscuro.
A pesar de todo, en función del tipo de filtro que tenga nuestra pantalla (ya sea glossy o mate), la luz ambiental puede perjudicar seriamente al nivel de contraste, llegando a reducirse en algunos casos hasta la mitad, sobre todo en imágenes donde predominan los negros.
Tiempo de respuesta
El tiempo de respuesta es el tiempo que tarda un píxel para cambiar entre un color y otro. Normalmente se miden entre gris y gris, a no ser que el fabricante indique expresamente que es el tiempo entre blanco y negro (que es más alto, obviamente).
Cuanto menor sea el tiempo de respuesta, mucho mejor. Y lo notaremos sobre todo en las imágenes en movimiento, donde un monitor con un bajo tiempo de respuesta no mostrará los rastros o imágenes fantasma que se generan con imágenes de movimiento elevado.
Los paneles más veloces (aunque de peor calidad) son los TN, ofreciendo velocidades de entre 2 y 5 milisegundos de respuesta. A pesar de todo, los paneles IPS han mejorado mucho con el tiempo, y hoy día pueden llegar a los 5 ms los mejores de su categoría.
Aunque para el uso que queremos darle a nuestro monitor, en este caso el de edición fotográfica, el tiempo de respuesta nos importa bastante poco, puesto que trabajamos con imágenes estáticas.
Profundidad de color
Ya hablábamos de esta característica un poco por encima en el anterior artículo. La profundidad de color consiste en la suma de las diferentes intensidades de los colores básicos: el rojo, el verde y el azul.
También decíamos que los paneles TN tenían una profundidad del color muchísimo más pobre que la de los IPS, lo que provoca unos degradados con banding, que no son más que saltos de un color a otro que nuestra vista puede percibir porque el monitor no puede mostrar los suficientes colores.
Para referirnos a la profundidad de color, tenemos que tener presente que a la hora de elegirla en nuestro sistema operativo (lo más común es 16 bits y 24 bits) estamos hablando de la profundidad de color total. En el caso de hablar de 24 bits, en realidad cada canal tiene 8 bits de profundidad de color.
Así, si decimos que un JPG tiene 8 bits de profundidad, hablamos de 8 bits por canal, lo que se convierte en 24 bits totales; es decir: 16.777.216 colores. Por eso, si trabajamos con un monitor que no tenga una buena profundidad de color, de nada nos sirve tener un RAW de 16 bits por canal, porque no vamos a apreciar los colores.
Ángulo de visualización
Si hay algo que se convirtió a peor cuando se pasó de monitores CRT de tubo a los monitores planos fue precisamente el ángulo de visualización. Los paneles de tipo TN aún conservan este lastre, sobre todo en el ángulo de visualización vertical, que es catastrófico.
Por suerte llegaron al mercado los IPS, que además de mejor representación de color (como bien comentábamos anteriormente), tienen ángulos de visualización perfectos (al igual que los monitores CRT). Hablamos de 178º como norma general, y no es necesario más, puesto que desde una posición tan lateral no vemos nada.
¿Mate o glossy?
Para el uso que vamos a darle, mate, sin lugar a dudas. El glossy es muy bonito para crear monitores de diseño, pero a la hora de la verdad, con un poco que tengamos de reflejos, la visualización es paupérrima y la fidelidad de representación se va a tomar viento.
Apple apuesta duramente por montar glossy (ofreciendo la opción de montar pantallas mate) en sus portátiles y sobremesa. Incluso el Apple LED Cinema Display (que se supone que es para profesionales) es glossy, lo que hace que muchos profesionales lo desechen automáticamente, y eso lo convierte en un monitor tan criticados.
Por eso, a cualquier marca con dos dedos de frente, jamás se le ocurriría montar una pantalla glossy para un uso profesional.
Bien, ahora que ya hemos analizado todas las propiedades y características de un monitor, podemos aventurarnos a ver los tipos de calibradores que existen y por último ver los mejores candidatos a lucir en nuestro escritorio.
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