Enviado por Juanmari a través de Google Reader:
Vamos a reconocerlo: el autofocus nos ha hecho vagos y despreocupados. Hay estilos de fotografía y situaciones donde es absolutamente imprescindible, y podemos (o debemos) confiar en él, pero en muchas ocasiones no podemos permitirnos el lujo de esperar a que actúe.
Una situación clásica es un robado improvisado en la calle, con poca distancia al sujeto, y sin posibilidad de pararse a enfocar con cuidado o a repetir la toma. Un buen ejemplo lo tenemos en un reciente duelo de críticas, donde ya apuntábamos algún consejo sobre este tema.
En este caso, con una cámara de gama media, que no tendrá normalmente un visor especialmente grande, si está configurada en automático, tenemos muchas posiblidades de que el enfoque se vaya al fondo o al primer plano (dejando a nuestro protagonista borroso), o de que el proceso de enfoque tarde demasiado y perdamos la oportunidad. ¿Cómo podemos actuar en ese caso?
Preenfocar a una distancia calculada
Empiezo por la manera más recomendable, pero quizá la más complicada de conseguir: Prácticamente cualquier objetivo tiene una escala de distancias junto a la rueda de enfoque, que nos indica a qué distancia de la cámara está el punto de máximo enfoque.
En realidad, la distancia se calcula con respecto a un punto que encontraréis indicado en casi cualquier equipo (en la parte superior, con un círculo cruzado por una línea), pero para este artículo no vamos a necesitar hilar tan fino.
¿Y cómo sé a ojo cuánto es un metro, dos o tres de distancia, os preguntaréis? Como todo, necesitaréis práctica, práctica y más práctica. Si dejáis el objetivo preenfocado a una distancia concreta, y os lanzáis a la calle a tirar fotos y más fotos, con el tiempo iréis desarrollando el sentido de la distancia, y así podréis esperar a que el sujeto se encuentre a la posición perfecta para hacer la toma.
Si a esto le añadís cierta práctica en encuadrar sin llevar la cámara al ojo ("from the hip", como dirían los angloparlantes), estaréis perfectamente armados para retratar cualquier escena sin influir en ella.
Enfoque puntual y reencuadre
Si, como es mi caso, no habéis llegado a este nivel de empatía entre la cámara y vuestro ojo, siempre podéis echarle una mano al enfoque automático. Una de las maneras más habituales es usando el enfoque puntual al centro (normalmente, el más rápido), y después reencuadrando la escena si es necesario.
De hecho, esta manera de actuar no llegó ni tan siquiera con el autofocus: en las pantallas de enfoque partido de las reflex manuales o las telemétricas clásicas, entre otras muchas, la única manera de afinar el foco era mirando al centro de la escena, así que el reencuadre posterior era también obligatorio.
En este caso es muy importante aprender a parar el movimiento y conseguir una postura estable una vez logrado el punto de vista deseado, ya que si trabajamos con velocidades de obturación un poco lentas podemos encontrarnos con una foto movida.
También, si vuestra cámara permite hacer de manera rápida un enfoque puntual a un área concreta de la imagen, podéis evitar el reencuadre, pero antes de usar este modo es conveniente familiarizarse con el tamaño de los puntos de enfoque y el manejo. No son pocas las veces que me he dejado seleccionado un punto de enfoque a la derecha, y he perdido la siguiente tanda fotos por no devolverlo al centro.
Enfoque contínuo
Otro modo de enfoque que puede resultar útil es el contínuo. Si nuestra cámara trabaja bien de esta manera, podemos por ejemplo llevarla al ojo mientras esperamos a que se componga la escena (o bien usando la pantalla, si disponemos a la vez de Live View y autofocus rápido, una combinación complicada de encontrar), y ella se encargará de mantener enfocado al sujeto, siempre que no salga del encuadre.
Personalmente creo que esta manera de trabajar es arriesgada, porque si trabajamos con profundidades de campo realmente pequeñas, es muy fácil que la cámara cambie el punto de enfoque en el último momento, estropeándonos la foto. En un robado, por ejemplo, es deseable enfocar al ojo, y pedirle a un enfoque contínuo que siga a una de las partes de la cara que más movimiento tiene es quizá demasiado.
Otros modos de enfoque
Quizá en algunos casos podamos aprender a utilizar otras modalidades de enfoque que se adapten a nuestra manera de disparar. Así, si nuestra cámara permite por ejemplo mantener el enfoque al punto más cercano de la escena, podremos usarlo siempre que nuestro sujeto esté en primer plano.
Al igual que en el punto anterior, cualquier tipo de autoenfoque que no sea puntual será difícil de domar si somos exigentes, y si hacemos un plano medio de un sujeto de perfil, por ejemplo, tenemos todas las papeletas para que el hombro más cercano a la cámara le robe el protagonismo a la cara.
Más profundidad de campo
Parece una perogrullada, pero si nuestro problema es que se nos escapan partesde la imagen de la zona enfocada... ¿por qué no hacer más grande esa zona? Cuando empezamos a disparar con fijos luminosos, muchas veces cometemos la torpeza de utilizar siempre la máxima apertura, y eso no siempre va a ser necesario.
Imaginemos que tenemos una cámara de 35mm con un objetivo de 50mm. Si tenemos por ejemplo a nuestro protagonista a un metro de distancia, en una calle relativamente despejada, disparando a f/1.8 será complicado clavar el enfoque sobre la marcha, porque tenemos sólo 4cm de profundidad de campo.
Si el siguiente objeto está a varios metros más de distancia, podemos cerrar muchísimo más la lente, porque en casi cualquier apertura va a salir difuminado.
Para hacer este tipo de cálculos podéis jugar con alguna calculadora de las muchas disponibles, bien desde páginas web, bien desde un iPhone o bien desde un Android, entre otros muchos. Si tenéis alguna foto en que no acertaseis con el foco, podéis experimentar y ver su una apertura más pequeña hubierais mantenido el feeling sin fallar en el enfoque.
"Horquillado de enfoque"
Por último, si todo falla, no hay tiempo para hacer pruebas, y no nos queremos arriesgar a perder la foto, no queda más remedio que pedirle ayuda a la diosa Fortuna y tirar fotos a mansalva, girando la ruleta de enfoque y esperando a que en alguna hayamos acertado. Eso sí, si lo hacéis, no se lo digáis a nadie, si queréis mantener un halo de profesionalidad.
Fotos | Alvarictus | Javier Roche | Victor M.C. | Antonio Goya | Manuel Orero
Todas de nuestro grupo de Flickr
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