Enviado por Juanmari a través de Google Reader:
Fotos: Konstantinos Besios
Hace tiempo, os hablábamos sobre cómo realizar fotografía infrarroja con cámaras digitales. En su momento aconsejábamos cámaras compactas, ya que no suelen filtar esta parte del espectro de luz como hacen la gran mayoría de cámaras de gamas superiores. Este filtrado tiene su razón de ser, ya que de esta manera se registran unos colores más parecidos a los que ve el ojo humano, pero para esta técnica resulta contraproducente.
Entre los usos comunes de este tipo de fotografías se encuentran algunas disciplinas muy concretas, como la astrofotografía, pero muchas veces la encontramos simplemente como recurso artístico. Si bien tal y como salen de la cámara tienen unos colores irreales muy característicos, con un cierto procesado, o en blanco y negro se consiguen imágenes muy llamativas.
Si las compactas no son suficientes para nosotros, la solución para las reflex suele pasar por eliminar el filtro de infrarrojos que se sitúa delante del sensor. Esta operación es relativamente delicada (aunque no rompamos nada, podemos por ejemplo descalibrar en autoenfoque), y además inhabilita la cámara para hacer fotos en el día a día, así que se ha acabado convirtiendo en una manera relativamente común de darle un nuevo uso a cuerpos de respaldo que se han quedado anticuados.
Fotos: Konstantinos Besios
En el medio de todo esto se sitúa la ya "anticuada" (nótense las comillas) Leica M8, la primera telemétrica digital de la marca. Su principal defecto era que el filtro de infrarrojos del sensor era demasiado fino, y había que colocar filtros externos sobre los objetivos para realizar la tarea que comentábamos arriba, y que en el caso de las reflex ocurre en la propia cámara.
Dándole la vuelta a la tortilla, en el blog del fotógrafo Steve Huff nos proponen utilizar ese defecto como ventaja, ejemplificado con fotos de su lector Konstantinos Besios (lo tenéis enlazado un poco más abajo). Utilizando filtros infrarrojos Hoya y B+W, nos demuestra como la M8 es uno de los pocos equipos que podemos usar para este tipo de fotografía sin ninguna modificación, y con unos tiempos de exposición bastante asumibles.
Este último paso es importante, porque su sensor no destaca precisamente por su rendimiento en altas sensibilidades, pero en los comentarios del post, el autor nos indica que a ISO 320 consigue tiempos de exposición suficientes como para tirar fotos de día a f/5.6. Con trípode, por supuesto, se eliminan estas limitaciones, y podremos usar aperturas mucho más pequeñas (muy práctico, teniendo en cuenta que el infrarrojo convierte el enfoque manual en todo un desafío).
Si, como es mi caso, veis esta opción difícilmente planteable por temas económicos (aunque os aviso de que el mercado de M8s de segunda mano es cada día más goloso), siempre podéis recurrir a la fotografía química, y aprovechad vuestra cámara clásica favorita, siempre que vuestra tienda de fotografía habitual es capaz de proveeros de un carrete infrarrojo, y de revelarlo correctamente.
Vía | Steve Huff Photo
Más información | diglloyd – Leica M8 — Infrared Imaging
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