Enviado por Juanmari a través de Google Reader:
Hay sitios en los que el lujo se siente como un perfume demasiado intenso y pesado. Uno de esos lugares es la presente edición de ARCO, en ella se dejan ver muchos de los que en plena expansión de la miseria gozan de la protección del poderoso caballero de Quevedo. Cuando uno, con los bolsillos casi vacíos, aspira el mismo aire que la corte que rinde pleitesía a la comitiva de Felipe y de Leticia es difícil no sentir un cierto malestar.
Los coleccionistas y la prensa parecen seguir añorando los mitos del pasado, y no hay mejor mito que el del artista maldito. Hoy leo a Antonio Muñoz Molina hablar de Miroslav Tichý, un octogenario con aspecto de mendigo del no había visto ninguna de sus fotos hasta que me topé con ellas ayer en ARCO. Su historia, tal y como la relata el articulista, parece ser verdaderamente fascinante y recuerda al mito literario de Joe Gould, aquel pobre diablo que decía estar narrando una historia oral de la humanidad en un montón de sucios cuadernos.
Tan buena es esa historia oficial que lo que menos importa de Miroslav Tichý son sus fotos, que suele presentar con marcos hechos por él mismo con un aire infantil. En ellas muestra a mujeres a las que capta a escondidas con sus cochambrosas cámaras, realizadas literalmente con basura. Pues Tichý es un voyeur que colecciona compulsivamente instantáneas de las chicas que viven en su pequeña ciudad de la República Checa. Quizá hoy algunas de las retratadas comproboran boquiabiertas que ese viejo verde es el culpable de que su imagen aparezca en las páginas del New York Times.
Su leyenda, por lo que pude comprobar en ARCO, se cotiza muy bien. En la galería en la que vendían sus fotos, penosamente conservadas, me informaron de que estas cuestan entre 6.000 y 9.000 euros. Teniendo en cuenta que Tichý tiene miles de estas fotos es fácil de adivinar que alguien está haciendo mucho dinero hinchando esa leyenda. El pasado año su obra se exponía en Madrid en Ivory Press y ahora se muestra en el International Center of Photography de Nueva York. No está nada mal para un tipo que no parece lavarse demasiado.
Al preguntar si Tichy sigue viviendo en la miseria me dicen que ahora es un protegido de una fundación que lleva su nombre. La historia tiene algo de extraño. Googleando un poco se descubre que además de la página de esa extraña fundación, impulsada por un tal Roman Buxbaum, tembién existe una web, al parecer oficial, en la que hay una supuesta acta notarial firmada por Tichy. En ese documento se relata que es víctima de una estafa y que sus fotografías le han sido arrebatadas por el tal Buxbaum.
La historia de ese particular fotógrafo, sea la que sea, parece ser algo más complicada que la que nos muestra con grandes dosis de literatura al rebelde que vive fascinado por la belleza femenina, al genio que a pesar de su miseria trabaja incansablemente, o al hombre oprimido por un totalitarismo. Seguramente la verdad de Tichy sea genial y digna de contarse, pero muy distinta a ese bonito envoltorio con el que hoy nos la venden a precio de oro.
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