Enviado por Juanmari a través de Google Reader:
Si usas una máquina veloz como una ametralladora, que capta detalles en la penumbra, con un estabilizador que permite que las imágenes sean nítidas incluso si te tiembla el pulso, que tiene un sistema de enfoque super rápido, y un objetivo con un gran abanico de distancias focales… es difícil que no hagas una foto técnicamente correcta.
Las máquinas de hoy, incluso algunos modelos más o menos baratos, son tan sofisticadas que es relativamente sencillo plasmar cualquier escena. El resultado es que muchos ya no miran si tal o cual foto es buena por lo que representa. Hoy se somete a las tomas a una suerte de inspección de calidad valorando si tienen un histograma inmaculado, una sensibilidad ISO baja, o una posproducción de manual. Un camino perfecto para terminar haciendo fotos más sosas que un día sin pan.
A diario veo muchas fotografías de aficionados y de profesionales. Pues bien, no deja de sorprenderme las molestias que se toman algunos para lograr imágenes tan técnicamente perfectas como vacías de contenido. Un fenómeno que recuerda al de esos columnistas que, cuando ya no tienen nada que decir, se dedican a hacer alardes estilísticos.
Muchos fotógrafos precisamente patinan en un aspecto fundamental de la técnica: el encuadre. Al fin y al cabo ningún automatismo ha logrado cubrirnos las espaldas en un aspecto tan esencial del lenguaje fotográfico. Pero si falla el encuadre entonces falla todo y, además, eso denota algo mucho más grave: que no entendemos nada de lo que pasa por delante de nuestras narices. No es de extrañar que cada vez veamos más y más fotos minimalistas, con encuadres facilones. Ya se sabe: el minimalismo suele ser el refugio de los que no tienen nada que contar.
Decía Henri Cartier-Bresson que solamente el fotoperiodismo es fotografía, todo lo demás es pintura. Semejante sentencia tiene mucho de verdad. El fotoperiodista suele ser un tipo que se ve obligado por su oficio a entender lo que ve. También puede pensar en la plástica de la imagen o en los significados simbólicos de tal o cual foto. Pero, no le queda más opción que obrar objetivamente, sin vuelo en el verso; como decía José Hierro.
Pues bien, la fotografía cada vez está perdiendo más el referente del fotoperiodismo a costa de la influencia de la publicidad, en la que se imponen argumentos estéticos y metáforas más o menos baratas. La industria de la persuasión, desde sus orígenes, no hace otra cosa que vampirizar al arte. Por ello, si quieres hacer arte con tu cámara mejor olvídate de la publicidad, es sólo un sucedáneo. He aquí unos consejos para que tus fotos, de verdad, cuenten algo.
1. Desconecta todos los automatismos de tu cámara y arriesga un poco. Escoge una sensibilidad única (400 ISO puede ser una buena idea), usa un objetivo de focal fija o no utilices distintas distancia focales si usas zoom (intenta establecer un valor cuya equivalencia en 35mm sea 50mm), no dispares ráfagas, haz las fotos en manual o como mucho estableciendo prioridad a la abertura o al obturador, y no revises las tomas hasta llegar a casa y descargarlas. Juégatela para tener un poco de confianza en ti, y menos en la cámara. Cuando vuelvas al modo automático trabajarás de otra forma, seguro.
2. Intenta no hacer dos veces la foto. En la posproducción vale que toques mínimamente los valores de brillo, contraste, e iluminación. Pero no te vuelvas loco con Photoshop. Si una foto necesita más de 10 minutos de procesado probablemente es que no vale la pena ¿La imagen es en blanco y negro? Pues dispárala así en la propia cámara.
3. Piensa en lo que tienes frente a ti y no dispares a escondidas. Si vas a fotografiar a gente acércate e incluso charla. Te perderás muchas fotos pero ganarás algunas mucho mejores. Nunca hagas fotos a la gente de espaldas. Ya sabemos que eres muy tímido, pues haz el favor de dejar de serlo.
4. Muévete. Acércate a lo que quieres fotografiar hasta lograr un buen encuadre. No dispares desde lejos lo que merece ser disparado desde cerca. No seas vago. Si tus zapatos no son cómodos usa otros. Son muy pocas las situaciones en las que merece la pena usar un teleobjetivo.
5. ¿Nunca has usado una cámara de carrete? Pues ya es hora de que lo hagas. Ser nativo digital en fotografía no es una ventaja, de eso puedes estar seguro. Así que dispara unos cuantos carretes en blanco y negro. Y a ser posible con una máquina que no necesite pilas (la fotografía se inventó antes que los enchufes, aunque te parezca mentira). Ve a algún sitio a aprender a revelar fotos con un procedimiento químico, hay muchos lugares en los que puedes a hacer eso por poco dinero y en poco tiempo. Te vendrá de perlas para que valores más cada foto que hagas con tu cámara digital y estarás orgulloso de las copias en papel que obtengas.
6. Lee algo que merezca la pena e intenta ver buenas películas. En la fotografía es importante contar historias y aunque parezca increíble para aprender a contar con imágenes una historia merece la pena leer buen periodismo, buena literatura, y ver grandes películas. Puedes comenzar yendo a ver Teniente Corrupto y si es tu primera película de Herzog no dejes de ver también sus documentales.
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