Enviado por Juanmari a través de Google Reader:
Foto: Sergio Marcos, de nuestro grupo de Flickr
Si habéis llegado a la fotografía en los últimos veinte años, es posible que nunca hayáis tenido un objetivo fijo. De hecho, muchos pueden verlos como algo del pasado, que sólo tiene sentido por algún cierto encanto "vintage" para los nostálgicos. Si esa es vuestra opinión, no podéis estar más equivocados.
Un objetivo fijo es una excelente alternativa para cualquier fotógrafo, permitiendo explorar nuevas posibilidades a los novatos, y mejorar sus resultados a los más expertos, amén de una serie de ventajas adicionales muy interesantes.
Menos tamaño y peso
Aunque ahora estamos acostumbrados a ellos, los zoom nos parecen los objetivos normales, pero en su día supusieron un esfuerzo de diseño y construcción debido a su complejidad. Un fijo siempre tendrá un diseño más simple, con un menor número de elementos, lo cual permite reducir bastante su tamaño.
Foto: André Delhaye, de nuestro grupo de Flickr
Así, un 24mm y un 70mm juntos, por ejemplo, ocuparán menos espacio en la mochila que un 24-70mm equivalente (comparando a igualdad de luminosidad y prestaciones), aligerando peso en el cuello y la espalda, y permitiéndonos llevar el equipo en lugares y ocasiones en las que antes prescindiríamos de él.
Menos precio, y a veces mucho menos
Foto: Sara Cuadrado, de nuestro grupo de Flickr
Un diseño más simple también permite ahorrar en costes de fabricación, y eso se traduce en unos precios más asequibles. Un 50mm autofocus con una apertura del orden de f/1.8 se puede encontrar nuevo en la mayoría de las monturas por poco más de cien euros, mientras que un zoom luminoso básico se dispara fácilmente a los 400 euros o más, salvo alguna excepción puntual.
Si ya hablamos de objetivos antiguos manuales, podemos encontrar auténticas joyas por precios de risa. Comprando por pocos euros un adaptador de rosca M42, por ejemplo, tenemos al alcance objetivos luminosos y de bastante calidad para cualquier focal, por muy poco precio.
Menos profundidad de campo
Foto: Javier Vergara Lacuey, de nuestro grupo de Flickr
Ya sabemos que a medida que abrimos la lente vamos disminuyendo la profundidad de campo. Un zoom de kit rara vez tiene una apertura mayor a f/3.5 en la parte angular y f/5.6 en el extremo opuesto, mientras que la mayoría de las lentes fijas abren al menos a f/2.8.
Tener estas aperturas, en una cámara con un sensor relativamente grande (como el que tiene cualquier reflex o EVIL actual, en mayor o menor medida) permite trabajar con enfoque selectivo con unos resultados imposibles de conseguir con un objetivo más lento (léase "con una apertura máxima menor").
Si combinamos esta característica con otras que faciliten una profunidad de campo pequeña (sujetos cercanos, distancias focales grandes, sensores de gran tamaño, etc.), las posibilidades creativas serán mucho más gandes.
Menos problemas con poca luz
Foto: David Campillo, de nuestro grupo de Flickr
Cada paso de exposición completo en la apertura compensa un paso de exposición en velocidad o en ISO. Así, cuando la luz flaquee nos evitaremos subir estos dos parámetros si podemos compensarlos con un objetivo luminoso.
También, si tenemos en cuenta que un objetivo rinde mejor (en cuanto a calidad de imagen y falta de aberraciones), como norma general, a uno o dos pasos de exposición de distancia de sus aperturas máximas y mínima, veremos que un objetivo que abra hasta f/1.4 hará mucho mejores fotos a f/4 que uno que tenga esta última como apertura máxima.
Hay que tener en cuenta, en cualquier caso, que el punto anterior (menor profundidad de campo) sigue siendo cierto, así que si abrimos mucho la lente para poder hacer fotos de noche, limitaremos también el tamaño del área enfocada. Como siempre, tendremos que encontrar un equilibrio está todos los parámetros dentro de las posibilidades que nos de la escena.
Menos limitaciones de las que piensas
Foto: David Campillo, de nuestro grupo de Flickr
No podemos negar que un zoom todoterreno nos permite cambiar por completo, con un giro de muñeca, el tipo de fotografía que realizamos. Con una focal fija, en cambio, tendremos que andar adelante y atrás para lograr el encuadre buscado, lo cual no siempre es cómodo ni posible.
Esto, en cualquier caso, puede tener efectos positivos para nuestra formación como fotógrafos, ya que a veces tendremos que buscar la fotografía en condiciones distintas a las ideales, forzando nuestra creatividad y analizando nuevas maneras de capturar la imagen.
También, y en el caso de los objetivos manuales antiguos, la rueda de aperturas puede ser una máquina de tortura para los más nuevos, pero una bendición para los que sepan apreciarla. Si trabajamos en modo de prioridad a la apertura, una rueda dedicada puede ser la mejor manera de controlar este parámetro.
Por último, no hay que perder de vista que un diseño con menos elementos minimiza las posibilidades de tener problemas o fallos en un futuro.
Sumándolo todo, yo no lo dudaría: si no tienes ninguna focal fija, y puedes permitirte esa mínima inversión, hazla. Tienes mucho que ganar, y arriesgarás menos dinero que comprando un zoom equivalente.
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